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KLEMPÁNÉ FAIX Dóra
Comentario del cuento En la noche de Horacio Quiroga


El tema del cuento es otra vez, como en otros muchos cuentos de Horacio Quiroga, la relación entre el hombre y la naturaleza: una lucha cruel que afronta el hombre contra un enemigo invencible, o al menos, que parece invencible. Nadie como Quiroga -quien pasó largos años en medio de la selva y tuvo que vencer día a día las condiciones inhumanas, las enfermedades y la miseria en la selva misionera- sería capaz de sugerirnos con tanta eficacia las diferentes facetas de la confrontación del hombre con la naturaleza. A veces los animales, otras veces la enfermedad, en otras ocasiones el clima, todos estrechamente relacionados con la naturaleza, son los elementos que dificultan la vida humana. Por consiguiente, este tema está relacionado muy de cerca con otro muy frecuente en el autor: la muerte, que también tiene sus raíces en su vida, pues Quiroga se tuvo que enfrentar infinitas veces a ella, y difícilmente se olvida de esta atroz experiencia en su obra literaria.

Así, desde el punto de vista de la temática, En la noche (publicado en Anaconda en 1923) sigue la línea iniciada por los cuentos anteriores de Quiroga. Pero más que a ninguno, este cuento se parece especialmente al cuento titulado A la deriva (publicado ya en 1912 en Fray Mocho, y recopilado en Cuentos de amor, de locura y de muerte en 1917). En En la noche también utiliza Quiroga la expresión "a la deriva", siendo el narrador quien se encuentra en esta situación sobre el Paraná y cuya aventura sirve como punto de partida para la historia intercalada que constituirá en realidad el núcleo del cuento, donde a su vez los dos protagonistas también irán a la deriva. La utilización de este vocablo ¿será una señal por parte del autor, para subrayar la relación que media entre En la noche y A la deriva? No se puede descartar esta posibilidad, aunque algunos rasgos del cuento basten ya para establecer tal analogía. Aquí también se trata de un viaje a través de un río "salvaje" -el mismo río, el Paraná- en una barca, con un hombre sufriendo a causa de la mordedura de un animal (en aquel caso una víbora, aquí una raya). Sin embargo, frente a uno de los cuentos más conocidos de Quiroga y muchas veces analizado [1], este otro parece menos conocido, o por lo menos menos analizado; aunque M.A. Feliciano Fabre lo evoque como "una de las más vigorosas páginas descriptivas" entre los relatos de la naturaleza [2].

La naturaleza ocupa un lugar especial en los dos cuentos, pues el espacio donde tienen lugar los acontecimientos es el río, y su papel es absolutamente decisivo en la historia. Pero en En la noche el autor acentúa aún más la importancia del espacio. Siendo fiel a su método que más tarde describirá en su Decálogo del perfecto cuentista (publicado en la revista El Hogar en 1925), cuya quinta preceptiva dice: "No empieces a escribir desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas". Empieza este cuento con el siguiente párrafo:

"Las aguas cargadas y espumosas del Alto Paraná me llevaron un día de creciente desde San Ignacio al ingenio San Juan, sobre una corriente que iba midiendo seis millas en el canal, y nueve al caer del lomo de las restingas."

Uno de los elementos esenciales del cuento es, por lo tanto, el escenario, el ambiente peligroso del Paraná.

Algunos párrafos después, el autor sigue enumerando detalles aterradores: describe la acumulación de troncos, pajas podridas y animales muertos en el agua; la corriente que se apodera de estos restos y los arrastra velozmente dándoles vueltas; los acantilados con los que choca el río formando rápidos que atrapan a los barcos; y añade: "una cosa es el Paraná bajo o normal, y otra muy distinta con las aguas hinchadas".

En la historia intercalada Quiroga dedica un párrafo entero a la descripción del río:

"Ahora bien; el Paraná estaba hinchado con sucias aguas de crecientes que se alzaban por minutos. Y cuando las lluvias tropicales se han descargado simultáneamente en toda la cuenca superior, se borran los largos remansos, que son los más fieles amigos del remero. En todas partes el agua se desliza hacia abajo, todo el inmenso volumen del río es una huyente masa líquida que corre en una sola pieza. Y si a la distancia el río aparece en la canal terso y estirado en rayas luminosas, de cerca, sobre él mismo, se ve el agua revuelta en pesado moaré de remolinos."

En resumen, todo contribuye a crear una imagen terrible: tanto los adjetivos ("cargado", "espumosos", "hinchado", "sucio", "inmenso", "revuelto"), como las referencias a la cantidad ("seis millas y luego nueve", "inmenso volumen del río", "masa líquida", "una sola pieza") y al tiempo ("las aguas se alzaban por minutos").

La descripción del Paraná en el otro cuento, A la deriva, es diferente, aunque también se menciona, por ejemplo, que "la corriente del río corre seis millas" y también encontramos todo un párrafo destinado al río, pero ahí predomina el carácter fúnebre, lúgubre, negro, agresivo del ambiente, reinando en él "un silencio de muerte". Como lo explica Jaime Alazraki [3], en A la deriva el río "cobra toda la magnitud de un símbolo: es (...) un anticipo del destino fatal del protagonista". Ahí, pues, el río además de ser el espacio natural, simboliza la muerte. En En la noche la naturaleza no tiene este papel simbólico, pero es también mucho más que un espacio natural: se erige en el gran enemigo del hombre y se convierte en un personaje, un protagonista del cuento.

Efectivamente, en la historia referida del hombre y la mujer, uno de los actantes es el río: su fuerza se enfrenta con la de la pareja burguesa. Pero esta fuerza es natural, no depende de una voluntad expresa, como en el caso de las personas. Este es el rasgo que diferencia a los dos actantes: contrariamente a la naturaleza, la pareja -y sobre todo la mujer- lucha por un objetivo, que es salvar al marido y por ello quiere llegar a un pueblo para encontrar el remedio contra la picadura de la raya. La pareja tiene, pues, un lugar de destino concreto, hacia el cual -en el fondo- le mueve su voluntad. En cambio, el río es una fuerza natural que se comporta según las leyes naturales y no obedece a ninguna voluntad. Por esta razón, el sujeto de la historia es la pareja o la mujer burguesa, mientras que el río es más bien el antisujeto o el dador negativo.

Vale la pena recordar que el río no siempre jugó este papel negativo en la vida de la pareja, pues como se dedican al tráfico ribereño, el río es también la fuente de todos sus bienes. Antes de la picadura de la raya y la lucha con el Paraná crecido, el río era para ellos un dador positivo, aunque la vida de los burgueses era muy dura y llena de fracasos diarios. En la historia que constituye el núcleo del cuento el Paraná se comporta como un dador negativo, pero después -debido tal vez a la victoria alcanzada- se convierte verdaderamente en un dador positivo, pues es también gracias a las posibilidades del comercio sobre el río que desde entonces la pareja vive bien, son felices, se establecieron y tienen "un boliche lucrativo".

Pero la victoria de la pareja sobre la naturaleza no es evidente; ya que no solamente tienen que enfrentarse con los elementos naturales del río, mucho más fuertes que ellos mismos -ésta es la conclusión que podemos sacar de todas las descripciones del Paraná-, sino que, además, se añade otro factor, la noche, cuya importancia la demuestra el hecho de integrar el título del cuento.

La noche es, por una parte, elemento de unión entre las dos historias -la primera y la intercalada-, pues el narrador de la primera parte del cuento no puede seguir su viaje porque llega la noche; y es en ese momento cuando se encuentra con la pareja y recuerdan otra noche, en la que la pareja tuvo que enfrentarse con la naturaleza. Pero la noche evoca además un ambiente cerrado, donde tenemos que actuar a tientas, donde no nos puede ayudar nadie, porque estamos solos en la oscuridad. En este ambiente todo se vuelve más difícil, pero también más peligroso; mas si llegamos a alcanzar nuestra meta, el hecho de haberlo realizado en la oscuridad aumenta el valor de la victoria.

En cierto sentido, la noche también se convierte en ayudante de la mujer, pues aislándola de todo, le permite concentrarse mejor, de tal modo que puede reunir todas sus fuerzas para remar. En esta tarea tan ardua no puede dejar lugar a los sentimientos y así no vuelve la vista al oír los lamentos que se le escapan a su marido, porque -como bien sabe el marido- esto le quitaría sus fuerzas para seguir adelante. Al decir Quiroga que la mujer solamente se fija en guardar la distancia que la separa de la costa, fuera del sentido concreto de la palabra, se refiere también a la distancia que media entre el dolor del hombre y la voluntad de la mujer; distancia que quiere guardar ella y por eso ni piensa, ni oye, ni siente nada. Sólo en el momento de oír un grito más alto, "un verdadero clamor de tortura", se acerca la mujer a su marido y le dice sollozando: "Pero no grites...¡No puedo remar!" y el hombre le contesta "Comprendo... ¡Pero no puedo! (...) ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo!". La desesperación -expresada mediante la repetición- llega en ese momento a su punto culminante, y la mujer queda también inmóvil, muerta, pero al cabo de unos segundos logra reunir sus últimas fuerzas y volver a remar. Es un momento decisivo, porque:

"Lo que la mujer realizó entonces, esa misma mujercita que llevaba ya dieciocho horas de remo en las manos, y que en el fondo de la canoa llevaba a su marido moribundo, es una de esas cosas que no se tornan a hacer en la vida."

El tratamiento del tiempo en el cuento subraya esta afirmación. El autor narra un episodio de la vida de esta pareja burguesa que contrasta con el presente: antes eran pobres -tuvieron que luchar para ganarse el pan- y hoy viven en el bienestar, satisfechos, "a expensas del trabajo de cualquier otro". La distancia temporal entre el pasado lejano y el presente demuestra también que la heroicidad de la pareja, hoy acomodada, no se volverá a repetir nunca.

El fragmento anteriormente citado expresa también que la mujer pudo realizar un acto que jamás en la vida volvería a realizar, de donde podemos deducir que según el autor, en la vida de cada uno de nosotros puede llegar un momento en el que llevamos a cabo algo que sobrepasa ampliamente nuestras capacidades, una maravilla que logramos realizar por alguna razón, pero que nunca más podremos hacer. Pero pensar en ese momento en que lo hicimos siempre nos llenará de orgullo y siempre reconfortará nuestro ánimo. La burguesita misma lo dice: "Pero ahora me moriría cien veces antes que intentarlo siquiera. Eran otros tiempos; ¡eso ya pasó!", si bien al recordar lo pasado está orgullosa de lo que ha hecho.

El cuento sugiere también que hasta los más débiles deben ser capaces de esta gran hazaña, ya que aquí el que sale vencedor de la lucha es también un ser débil. En primer lugar, frente a la grandeza de la naturaleza, el hombre en sí ya es débil. No solamente se tiene que enfrentar con dos elementos naturales -el río salvaje y la noche-, sino también con su propia debilidad o, como dice Quiroga, con su propia miseria:

"Todo: el río creciendo y el espejismo nocturno que volcaba el bosque litoral sobre la canoa (...); la extenuación de la mujer y sus manos, que mojaban el puño del remo de sangre y agua serosa; todo: río, noche y miseria la empujaban hacia atrás."

En segundo lugar, no se trata simplemente de un ser humano, sino de una mujer. Quiroga llama la atención sobre este detalle al decir:

"(...) tuvo lugar entonces la lucha más vigorosa que pueda entablar un pobre ser humano -¡una mujer!- contra la voluntad implacable de la Naturaleza."

No es por pura casualidad, pues, que la raya haya picado al hombre y no a la mujer, y el que esté destinado a luchar sea ella y no él. La prueba es más grande y la hazaña mucho mayor, pues la fuerza máxima de la Naturaleza tiene como adversario una fuerza mínima. La lucha es, por tanto, heroica: a pesar de la aparente superioridad de los elementos naturales, la mujer es capaz de enfrentarse a ellos. La heroicidad de la mujer queda expresada en varias ocasiones: la historia es una "epopeya nocturna", lo que el autor cuenta es "el heroísmo a la espalda de los míseros comerciantes".

El tercer rasgo de la mujer es que es una burguesa. Este detalle debe poseer importancia, porque el autor lo menciona en varias ocasiones: al aparecer el hombre y la mujer dice que son unos "pulcros burgueses", luego se pregunta "¿Y era ésa la mujer, aquella burguesita arrobada de éxito y de pulcritud?". Parece increíble que una mujer acomodada llevara a cabo una hazaña tan grande. Por eso es necesario explicar un poco el pasado de la pareja, pasado lleno de dificultades y de fracasos que los obliga a enfrentarse día a día con las dificultades. Siendo unos burgueses típicos, uno de los motores de la pareja es "el amor nativo al centavo que ya llevaban en sus entrañas", pues "hubieran afrontado el Amazonas entero, ante la perspectiva de aumentar en cinco pesos sus ahorros". Pero el amor al dinero no hubiera sido suficiente para realizar la hazaña; tiene que haber algo más, otro motivo que empujará a la mujer a luchar contra la naturaleza invencible.

"Y mientras quedábamos de nuevo mirando el río oscuro y tibio que pasaba creciendo, me pregunté qué cantidad de ideal hay en la entraña misma de la acción, cuando prescinde en un todo el móvil que la ha encendido ..."

Se plantea aquí la posibilidad de que detrás de la acción humana se esconde un ideal, y es ese ideal el que nos lleva adelante. Frente a una fuerza infinitamente mayor que la nuestra, lo único que nos puede ayudar es una fuerza interior, bien escondida en el fondo de la acción. En ese momento ya no somos conscientes de lo que debemos hacer, sólo lo hacemos automáticamente, sumergiéndonos en la acción misma para que nada pueda distraer nuestra atención, pero en el fondo está "el ideal" que mueve nuestros brazos sin que seamos conscientes de ello. Para realizar este ideal es necesario olvidarse por un momento de las circunstancias externas -acordémonos de la mujer que intenta no prestar atención al sufrimiento y al dolor de su marido en el momento de remar-. Es una idea muy original que no se ha planteado en A la deriva, puesto que allí no hay lugar para un mensaje positivo: el protagonista se encuentra en una situación irreversible en la que no puede hacer nada; no tiene ni la posibilidad de actuar, es un ser pasivo que sólo sufre las consecuencias de la lucha fatal con la naturaleza.

A pesar de la similitud de los dos cuentos en cuanto al tema y a la situación en que se encuentra el hombre en el seno de la naturaleza salvaje y peligrosa, la gran diferencia entre los dos es que En la noche se ofrece una respuesta mucho más positiva a la problemática, al permitir que el hombre salga vencedor de la lucha.

Además del tema, debemos hablar también de la estructura y otros elementos de En la noche. Tal como dice Jaime Alazraki [4] los cuentos quiroguianos trascienden ampliamente sus temas y su éxito se debe "menos a sus asuntos que a lo que Quiroga ha hecho con ellos". Esto se manifiesta claramente si comparamos A la deriva con En la noche, pues a partir de un tema parecido el autor supo llegar a dos concepciones completamente diferentes, mediante una construcción o estructura también diferente.

Mientras que en A la deriva hay una sola historia, en En la noche nos encontramos frente a un marco dentro del cual está intercalada otra historia. El cuento comienza con una narración en primera persona del singular -un yo-; mientras que en la historia intercalada este mismo narrador cuenta la aventura nocturna de una pareja en tercera persona, lo que permite introducir en el cuento dos tipos de conocimiento: uno subjetivo -donde el narrador expresa sus experiencias o consideraciones personales-, y otro objetivo -que permite contar los acontecimientos externamente-.

Por tanto, el cuento comienza con una historia marco, relativamente larga, contada por un hombre que -obedeciendo a las órdenes de su maestro de río- quiere atravesar el Paraná crecido para demostrar su valentía. Todavía no ha llegado a realizar su aventura, cuando se encuentra con la pareja cuya historia constituirá en realidad el núcleo de todo el cuento. El objetivo de esta primera parte -hasta el encuentro con la pareja burguesa- no es, pues, hablar de la aventura del narrador, sino preparar el terreno a la historia intercalada: describir detalladamente la monstruosidad del Paraná salvaje (sobre todo durante la crecida) y la inmensa fuerza que requiere enfrentarse con él; ofrecer, además, una primera imagen de la pareja burguesa que protagonizará la historia intercalada.

En la segunda parte del cuento la narración se lleva a cabo en tercera persona, por lo que todo parece más impersonal, objetivo y auténtico. Lo que le pasa al hombre y a la mujer está descrito objetivamente, para que la historia exprese por sí misma -sin añadirle comentarios personales- cómo es posible vencer a la naturaleza. Sólo se cuentan los hechos vistos desde fuera sin referirse a los sentimientos de los personajes. Una narración en primera persona no podría excluir comentarios personales.

Al finalizar la gran hazaña de la historia intercalada, volvemos un momento al marco donde nos encontramos otra vez con la pareja satisfecha y sonriente. Pero ya no vamos a asistir a la aventura de nuestro narrador, ya que el tema del cuento no es su aventura sino la hazaña realizada por la mujer burguesa. Sin embargo, en el último párrafo, nuestro narrador está presente otra vez, efectuando un comentario, una reflexión. Es como una conclusión, semejante a la que remataba los exemplum de la Edad Media. En realidad, la aventura que cuenta el narrador podría servir también de ejemplo a otras generaciones o a él mismo, demostrando que sí es posible vencer a la naturaleza, a pesar de lo difícil que parezca.

La estructura de A la deriva es completamente diferente: avanza desde el primer momento hacia el fatal desenlace, y no se incluyen otros hilos en la narración. Es un cuento mucho más corto, concentrado, por lo que el efecto que produce es mucho más inmediato e intenso. ¿Será ésta la razón por lo que En la noche se ha analizado mucho menos, o sea, ha merecido menos fama? ¿Será que la primera parte del cuento dedica demasiado tiempo a la descripción, a la introducción del tema? Probablemente, desde este punto de vista A la deriva es un cuento más logrado. Pero la visión que se nos ofrece En la noche no resulta menos interesante, puesto que entre tantos cuentos de Quiroga que dan una imagen pesimista sobre la situación del hombre, aquí nos enfrentamos a un cuento que cree en la felicidad posible, después de haber vencido a una naturaleza salvaje; aunque la victoria se logre una sola vez en la vida. Pero aquí hay alegría, satisfacción de dos personas que han logrado lo que querían alcanzar:

"Ambos sonreían, por lo demás, tranquilos, limpios y establecidos por fin con un boliche lucrativo, que había sido su ideal."



[1] "A la deriva" ha sido analizado, entre otros, por Jaime Alazraki (1973) y Maria E. Rodés de Clérico-Ramón Bordoli Dolci (1977).
[2] M.A. Feliciano Fabre: Horacio Quiroga, narrador americano, Editorial Cordillera, San Juan, Puerto Rico, 1963.
[3] Jaime Alazraki: "Relectura de Horacio Quiroga", in: El cuento hispanoamericano ante la crítica, Ed. Enrique Pupo Walker, Madrid, Castalia, 1973, p.72.
[4] Jaime Alazraki (1973),op.cit., p.66.



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